miércoles, 17 de agosto de 2011

A la manera de Heráclito

Los dualismos forman el entramado esencial de nuestra forma de pensar. Dentro/fuera, arriba/abajo, ahora/luego, antes/después, etc, son los dualismos espaciotemporales con los que ordenamos nuestras relaciones físicas con el mundo exterior. Rico/pobre, listo/torpe, guapo/feo, sano/enfermo, malo/bueno, etc, aquellos con los que medimos las distintas facetas de nuestra  condición humana. Así con muchas categorías más.


Detrás de cada uno de estos dualismos se esconde nuestro yo egoísta. Arriba/abajo, rico/pobre, cualquier otro dualismo, lo es siempre con relación a mí, al sujeto humano que es para sí mismo la regla de medir todas las cosas. Es lógico que así sea, pues nuestro cerebro, que no es en definitiva sino un mecanismo de toma de decisiones, difícilmente podría funcionar de otra manera que mediante la comparación inacabable y rapidísima de contrarios.

Sin embargo, la realidad que está fuera de nuestros cerebros es más compleja. Los dualismos con los que pensamos no son sino un caso particular  de las Parejas de Opuestos. Otro caso muy interesante de Parejas de Opuestos es el de algo (cualquier concepto) y su negación, Algo/No Algo. Heráclito dejó dicho: “En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos“. Lo que significa que cualquier concepto pensable no puede concebirse, es decir, no puede existir, sin su negación.

Yo, Olo, no soy tal. Lo que realmente me constituye es la pareja Olo/No Olo. Soy la suma de lo que soy y lo que no soy. Formulándolo con más precisión, la suma de lo que soy y puedo llegar a no ser más lo que no soy y puedo llegar a ser.

Generalizando, cualquier objeto real, pero en particular cada individuo humano, es una pareja indisociable de existencias que pueden llegar a no existir con inexistencias que pueden llegar a existir. La realidad no es estática, no está hecha de esencias incambiables, no es ser, sino devenir, un conjunto de ríos que fluyen sometidos a un cambio continuo.

Yo, a la manera de Heráclito, creo que muchas de las desgracias de nuestro mundo proceden de ignorar que la idea heraclitea del devenir se corresponde con la realidad más profunda. Esta ignorancia nos lleva a optar por intentar resolver nuestros problemas a golpes entre dualismos irreconciliables: justicia/libertad, realidad/utopía, capitalismo/comunismo, revolución/tiranía, parejas así. Entre ellas, garrotazo va, garrotazo viene, hasta que el conflicto se resuelva a favor de uno de los dos términos del dualismo considerado. Pero esto nunca llega a suceder completamente, los humanos estamos sometidos a un mito, el de Sísifo, con él vamos y venimos en andadura interminable detrás de su pesadísima piedra, cuesta arriba, cuesta abajo.

Creo que la lucha por un mundo mejor tendría que llevarse a cabo convirtiendo en real, gota a gota, lo bueno que todavía no existe y destruyendo también, gota a gota, lo malo que todavía lo es. Con firmeza pero también con paciencia, con violenta noviolencia, un concepto éste absolutamente heracliteo. Violenta noviolencia, por ejemplo la de los estudiantes que se manifiestan pacíficamente y están dispuestos a perder su curso, en aras de cambios en el sistema educativo esenciales para el futuro, de los que se beneficiarán los que vengan después que ellos. Violenta noviolencia, empujón con unos brazos que después se abren para enseguida cerrarse en un abrazo. Violenta noviolencia, pechazo con los brazos abiertos en cruz, lanzamiento imparable de un balón de voleibol con una sonrisa.

Lo mismo, claro está, es aplicable a nuestras vidas individuales. Cada uno de nosotros es un devenir. Albergamos dudas que pueden ser resueltas, limitaciones que pueden ser satisfechas, esperanzas que pueden realizarse, pero también maldades que pueden ser extirpadas, errores que pueden subsanarse, debilidades que pueden fortalecerse. Cada uno de nosotros es una piedra tallada con muchas caras que no cesan de cambiar, un caminante con su camino, un río con su cauce, un bosque con el viento que lo atraviesa. Esto es lo que nos hace interesantes. Cada uno de nosotros es un montón de parejas (Es/No es) atravesando el tiempo.


Gracias a eso, naturalmente, cada uno de nosotros es una aventura única, irrepetible, asombrosa, digna de ser vivida y respetada.

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