viernes, 12 de agosto de 2011

Hacia Magallanes


Ayer y hoy he estado en mi viejo barco, el que me permitió navegar todo lo lejos que yo había soñado. Lleva mucho tiempo amarrado, sin salir a la mar, pero todavía podría hacerlo en cualquier momento. He sentido una melancólica tristeza, porque la fuerza del destino, o mi necedad, tiende a separarnos. Mi barco es para un mí como un amigo fiel .

Sueño a veces, pero despierto, que aparejo mi viejo barco y pongo rumbo con él hacia Chiloé. He estudiado la ruta, me la sé casi de memoria, aunque la infinitud de canales chilenos que se abren y entrecruzan tras dejar atrás Magallanes todavía se me resiste. De Cádiz a las islas de Cabo Verde, de allí al cabo Frío, en Brasil y luego de un tirón glorioso hasta el cabo Vírgenes, para entrar en Magallanes evocando a Arthur Gordon Pym, el héroe loco de Poe que se perdió por allí hacia el Sur, atraído irresistiblemente por los hielos antárticos. También recordando a Joshua Slocum, Sarmiento de Gamboa, el mismo Magallanes y sus héroes, tantos navegantes ilustres que se han medido con aquellas aguas. Después, culebreando entre los canales del Sur, salir por fin al Golfo de Penas y sentir al cruzarlo la emoción de tanta gente de la mar y tantos emigrantes chilotes, que cuando lo han hecho les ha parecido que se estaban jugando su destino a los dados. Luego los Chonos con sus misterios, el canal Moraleda y finalmente Chiloé, la isla grande, tan querida.

Serían cinco meses de navegación, demasiado de ese tiempo que ya me acosa como un viento contrario. Aunque nunca sabes lo que te espera en el futuro y, por otra parte, ¿dónde está la frontera entre el vivir y el soñar despierto? ¿Existe realmente esta frontera, o la hemos soñado?

Por el momento, mi barco espera.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Olo, pero el problema es cómo y cuándo pasar del sueño, del soñar despierto, de imaginar a la concreción, a la realidad, al manos a la obra. Cuál es el motor que de pronto no incita a dar el gran paso, hablar con esa mujer que tanto nos gusta, hacer ese viaje, arriesgarlo todo a pesar que no es el momento, que probablemente no les parece a las personas que nos interesan, de ser un poco egoísta y dejarse llevar por nuestros deseos a veces egoístas, que para nosotros significan mucho, pero no tanto para los demás.
Olo, te agradezco además por tus palabras hacia los estudiantes chilenos, aquí se está dando una gran batalla, en Chiloé tenemos varios niños en huelga de hambre, al igual que en el resto de Chile, y podemos ver que los políticos y alcaldes callan, porque están deslegitimados y están por lo pronto fuera de esta conversación.
saludos
Miroslav

Daniela dijo...

Hay locuras para la esperanza
hay locuras también del dolor
y hay locuras de allá
donde el cuerdo no alcanza
locuras de otro color

hay locuras que son poesía
hay locuras de un raro lugar
hay locuras sin nombre
sin fecha sin cura
que no vale la pena curar

hay locuras que son como brazos de mar
te sorprenden te arrastran te pierden y ya
hay locuras de ley pero no de juzgar

hay locuras que son la locura
personales locuras de dos
hay locuras que imprimen
dulces quemaduras
locuras de diosa y de dios

hay locuras que hicieron el día
hay locuras que están por venir
hay locuras tan vivas
tan sanas tan puras
que una de ellas será mi morir.

olo dijo...

(1).- “Cuál es el motor que de pronto nos incita a dar el gran paso”…Todos los que se atreven a dar un gran paso (no necesariamente grande en términos absolutos, sino con referencia a lo que es su propia vida) están un poco locos, ese me parece a mí que es el motor. Es imposible dar ese gran paso sin una cierta dosis de locura. Empiezas a soñar despierto y sin que te des cuenta ese sueño se convierte en necesario, luego en lo más natural del mundo, finalmente se hace práctico, real. La locura está en no ser capaz de poner fronteras entre tu mundo real y tus sueños. Puedes terminar como don Quijote o como un triunfador, pero el punto de partida es el mismo, y al loco soñador le da igual el final. Si el salto que tu sueño te obliga a dar te parece demasiado grande para tus fuerzas, aplicas ese sabio “todo es ponerse”, pues por difícil que sea un camino hay que hacerlo paso a paso, y un paso siempre es posible. Soy consciente de que estas consideraciones son subversivas, pero los locos soñadores son una clase de humanos que existió, existe y existirá siempre. Creo además que son necesarios, a veces imprescindibles.

Dani da en el clavo trayéndonos ese bellísimo “Elogio de la Locura” de Silvio, más hondo (más cierto) que mis consideraciones anteriores. “Hay locuras que están por venir, hay locuras tan vivas, tan sanas, tan puras”…

(2).- Como extranjero que soy, acogido generosamente por Chile, intento ser muy respetuoso con los asuntos chilenos, no opinando a la ligera. El tema de los estudiantes me merece admiración y respeto. Fuera de Chile no se tiene todavía conciencia de lo que están haciendo en Chile muchos jóvenes… y muchos niños. Luchan por el futuro, llevados por una intuición admirable. Están gritando “basta ya, ése no es el camino”. Ese grito empieza a resonar también en otras partes, yo creo que irá a más. Los jóvenes chilenos tienen el honor de haberlo visto así antes que la mayoría.